Los golpes y la agresión verbal son la expresión más contundente de violencia. Sin embargo, ésta tiene múltiples rostros y se puede disfrazar de silencio, indiferencia o incumplimiento de responsabilidades, por lo que es muy importante prevenirla, afirmó Humberto Hernández Huerta, psiquiatra del ISSSTE.
La violencia intrafamiliar es un fenómeno que ha adquirido dimensiones de problema social, por lo que el especialista recomienda a las familias que se consideran sanas revisar si sus conductas y sus formas de interactuar pueden ser la antesala de la desintegración.
Refirió que los casos de violencia intrafamiliar están estrechamente ligados a la depresión, enfermedad que afecta al 30% de las mujeres, 20% de los hombres y 70% de los alcohólicos.
La familia es un equipo donde cada integrante cumple una función para el grupo y requiere del apoyo de todos para desenvolverse. Generalmente es comandada por una pareja; cuando el hombre o la mujer no cumplen con sus responsabilidades y su rol, afectan y violentan al grupo.
También se dan los casos en que los pilares de la familia bloqueen u obstaculicen su desarrollo con la ruptura de la comunicación; silencio, hermetismo e indiferencia son otras caras de la agresión.
Para prevenir este problema, Hernández Huerta recomendó a las familias revisar el nivel de comunicación en que se encuentra la relación entre sus integrantes, el grado de interacción que existe y preguntarse si apoyan los objetivos de vida del grupo, si marginan a algún miembro o si están dominando sobre los demás hasta el punto de impedirles su propio desarrollo.
Detectar actitudes y conductas violentas, asegura el experto, permite iniciar el camino hacia una relación más saludable y fructífera, pues la familia es un equipo en el que todos y cada uno son importantes y valiosos; tienen funciones, derechos y obligaciones y de su cumplimiento depende que cada uno alcance su realización.
La violencia en la familia generalmente es detectada de manera fortuita, cuando se atienden niños con problemas de conducta o aprendizaje en la escuela. Aunque son los más vulnerables, también son los que más fácil pueden superar los efectos, debido a que aún no están contaminados por prejuicios.
A veces, algún miembro de la familia acude a solicitar ayuda especializada y al iniciar su tratamiento progresivamente va jalando al resto de los miembros del grupo. Esto se da como consecuencia lógica, pues al haber un cambio de actitud por una de las partes, condiciona al otro a la misma transformación.
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